viernes, 5 de febrero de 2016

SER:


Me parece que hoy estaría muerta de no ser porque me derrumbé.
Desperté del sueño del amor. De repente, una nueva vida amaneció.
Una vida en la que mi trabajo no era salvar a los demás, rescatarlos de sí mismos, hacer desaparecer su dolor, su soledad, su decepción, su ira, su miedo, su ansiedad, sus tristezas. Una vida en la que yo ya no era esclavo de mi culpa. En la que mis sentimientos dejaron de ser un error, o signos de mi fracaso, reconociendo que se trataba de energías preciosas que simplemente querían moverse. Una vida en la que ya no tenía que sentirme avergonzado de ser yo mismo, En la que tenía el derecho de decir 'sí' y el derecho de decir 'no', y el derecho de no saber. El derecho de quedarme, y el derecho de retirarme.

El derecho de darme un espacio. El derecho de hablar con mi verdad. El derecho de decidir con quién paso mi tiempo. El derecho a mi fe. El derecho a mi propio corazón. En donde la bondad no significa castigarme y agotarme a mí mismo con el fin de salvar o sanar a los demás, sino amarme lo suficiente como para establecerme en mi propio poder y escuchar a los demás sin asumir su dolor como mío.

¡Hay un poder en la Presencia! Y estar dispuesto a sentir culpa, honrar la culpa; no adormecerla o actuar para evitarla.

Eso que envuelves (abrazas) tú, no puede envolverte a ti.
A veces, el abandonar el intento de salvar a la gente no es muy bien visto. Te reclaman. Dicen que eres malo, poco amable, un 'abandona-amigos'.
En lugar de contactarse con sus propios sentimientos de rechazo, tratan de hacerte sentir culpable. Te culpan de su infelicidad. Quieren de vuelta al 'viejo tú'; quieren su fantasía de ti.
No te quieren a ti; quieren el sueño.
La lección más liberadora que puedas llegar a aprender es esta: Nadie puede hacerte feliz. Y tú no eres responsable de la felicidad de nadie más.
Eres libre. La libertad es tu naturaleza, y siempre lo fue.
Así que, como el Sol, tú brilla. No esperes a que estén los demás para brillar, no necesitas una excusa para brillar, tú simplemente brilla.
No te sientas responsable por todos los Soles que aún no descubren su propio resplandor. Tú simplemente brilla. Enseña a través de tu ejemplo. Recorre tu camino con coraje. Y si los demás se incomodan por tu brillo, si te juzgan, si te atacan por no hacerlos el centro de tu universo, está bien. Ese es su trabajo. Ese es su camino. Deséales lo mejor.
Y cuando dejes de intentar salvar a los demás, cuando dejes de intentar ser la madre o el padre que nunca tuvieron, finalmente podrás amarlos.
Puedes estar presente, imperturbable.
Los puedes amar lo suficiente como para dejarlos ir. Porque el amor tiene la fragancia de la libertad. 
Jeff Foster

Lak´es a la kim

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